La alegría, uno de los poderes irresistibles para mejorar el mundo

Estamos en verano y en el Año Jubilar de la Esperanza. Pensaba que cultivar la virtud de la alegría sería un buen propósito para vivir en cristiano este tiempo singular del año. No solo porque nos conviene, sino porque “el cristiano es un sembrador de alegría; y por esto realiza grandes cosas. La alegría es uno de los más irresistibles poderes que hay en el mundo: calma, desarma, conquista, arrastra. El alma alegre es un apóstol: atrae a los hombres hacia Dios, manifestándoles lo que en ella produce la presencia de Dios. Por esto el Espíritu Santo nos da este consejo: «nunca os aflijáis, porque la alegría en Dios es vuestra fuerza» (Nehemías 8, 10)[1].


[1] Bernadot, De la Eucaristía a la Trinidad p. 96.

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